martes, 15 de febrero de 2011

¿EDUCACIÓN?, SEGÚN QUÉ PERSPECTIVA

La autoridad en las aulas ha cambiado su ser de un tiempo a esta parte. Cada día son más frecuentes los conflictos entre profesor y alumno, incluso entre los mismos alumnos, agravándose este problema cuando parece aceptarse como normal. Empero, se ha llegado a situación tal, que se ha decidido dar a los profesores el estatus de autoridad pública, gozando éstos de presunción de veracidad.
La cuestión que se presenta inmediatamente es la de si esta medida será eficaz para solucionar la tesitura a la que se ha llegado y acabar con la “insubordinación” y falta de educación que muchos alumnos muestran en las aulas.
Muchas personas, como José Ángel Suárez, presidente de los directores de secundaria de Galicia, opinan que era necesaria una ley que devolviera a los profesores la autoridad que habían perdido, dotándoles de respaldo jurídico para poder imponerse en la escuela. No obstante, son también muchas las personas que no creen en que una ley pueda solucionar este dilema tan candente en la actualidad, como por ejemplo Alba Nogueira, profesora de Derecho Administrativo en la Facultad de Derecho de Santiago, además de madre y presidenta de una AMPA, quien piensa que no basta con una simple ley, que la situación tiene mucho más trasfondo.
Bajo mi punto de vista, no se puede restituir la autoridad de un profesor mediante una simple ley. De este modo, seguramente, la relación entre profesor y alumno se vería deteriorada y se produciría un distanciamiento entre ambos, ya que la relación entre ellos debe asentarse en el respeto, consiguiéndolo en un clima de confianza y cercanía, clima que dista mucho del que puede llegar a darse por una ley como la mencionada.
Dicha ley lo que hace no es sino restar libertad, de algún modo, al alumno, haciendo que se sienta subordinado ante un profesor que, probablemente, imponga sin miramientos una sanción ante un comportamiento inadecuado por parte del alumno, dado que la ley le “abala”, moviéndose constantemente en un modelo punitivo a la hora de solucionar problemas.
El modelo punitivo es aquel que opta por la solución más rápida, aplicando un castigo a una o ambas de las partes en conflicto, creando enemistades o distanciamientos entre alumnos. No soluciona realmente el problema, ya que no emplea el diálogo como herramienta para encontrar las causas del conflicto y tratar de trabajar en aras de mejorar realmente una situación. Al fin y al cabo, este modelo inflige daño emocional al “agresor”, y alivia al profesor en tanto y cuanto éste cree que el agresor se arrepiente, ya que sufre algún tipo de daño con la sanción impuesta. A mi parecer, de esta forma, el profesor se convierte también en agresor.
No obstante, en muchos otros centros educativos, como en el Colegio Ángel de la Guarda en Galicia, se lleva a efecto un modelo relacional de resolución de problemas o uno integrado. Jesús Robles, director del mencionado colegio de reeducación, aboga por el diálogo para solucionar conflictos. Piensa que el profesor ha de ir más allá de dar clase, ha de llegar a los alumnos y hacer que confíen en él para así poder ayudarlos.
Así pues, en el modelo relacional e integrado, se excluye la idea de castigo y se consigue una mejor relación entre las partes en conflicto, ya que se buscan las causas del problema y se trata de solucionarlo. En este sentido, es importante la idea de propia responsabilidad, que alude al inicio de un diálogo de forma autónoma por las partes, haciendo conocedor del problema al profesor y reconociendo quién tiene la culpa. En el modelo integrado, además se hace partícipe a la clase del problema que se ha dado, de las causas y las consecuencias.
En relación a este último modelo, hay que nombrar al colegio “O Pelouro” en Galicia. En este colegio, el concepto de autoridad es totalmente diferente al comúnmente aceptado. La autoridad no hace ver al alumno qué ha de hacer, sino que potencia su imaginación, energía, intuición y ganas de saber, ayudándole a realizar su propio proyecto. De este modo, también se accede a los conocimientos mediante la imaginación. La autoridad es, por encima de todo, el diálogo, y así se consigue acabar con el fracaso escolar, ya que el alumno establece una relación con el profesor de igual a igual, de respeto, en el marco de una escuela democrática y participativa.
Por todo lo expuesto, pienso que un sistema educativo eficaz es aquel que sitúa al alumno en el centro del mismo, en el que el profesor no es un mero transmisor, sino que es un agente activo de participación que interactúa constantemente con el alumno, y en el que se llevan a cabo modelos integrados de resolución de problemas, que permiten el desarrollo de un ambiente propicio para el proceso de enseñanza-aprendizaje en el que el alumno consigue disfrutar aprendiendo.

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